¡BASTA YA!

Dios se está manifestando en la voz de las víctimas

El Señor Jesús, a aquellos dos ciegos que tenían confianza de que él les hiciera ver, les abrió los ojos y vieron (Cf.Mt.9,27-31). Pero Él, que no quería aparecer como un taumaturgo, es decir, un fabricante de milagros, les ordenó que no lo dijeran a nadie, porque su principal tarea era realizar el encantador milagro de la transformación total del hombre, interior y exterior, toda su persona, su cuerpo y su alma, todo él. Él no vino a transformar a unas cuantas personas, sino que vino para transformar a la entera familia humana; sin embargo, aquellas personas que habían sido ciegas, difundieron por todas partes lo que Jesús había hecho por ellas.

Esto está sucediendo ahora. No se puede evitar que Jesús abra los ojos de sus hijas y sus hijos. Algunos quisieran que permaneciéramos ciegos, que la gente creyera que tiene que resignarse a la muerte provocada por injusticias; quisieran ver a un pueblo resignado a padecer la impunidad; les gustaría que no se señalara la corrupción. Esto es imposible porque, en primer lugar cuando creó Jesús junto con su Padre Celestial y el Espíritu Santo el único Dios, al ser humano, lo creó a su imagen y semejanza, lo que quiere decir que el hombre y la mujer están dotados de inteligencia y voluntad y, aún cuando esa inteligencia y esa voluntad se dañaron por el pecado, Jesús vino a perdonar ese pecado y a introducir en el hombre la vida divina, porque Dios necesita del ser humano para construir el mundo conforme a sus designios.

Esto es lo que no quieren entender quienes están destruyendo el mundo, quienes están destrozando a México: Que las ciudadanas y los ciudadanos siempre vamos a reclamarles que nosotros queremos ser parte de la construcción de la historia del bien y de la justicia. En este momento les resulta inaceptable el reclamo del pueblo ante la serie de injusticias que han venido cometiendo, injusticias del tamaño de la cometida por el Estado Mexicano en Iguala, Guerrero. Aquí en Saltillo, y en Coahuila, conocemos de desaparecidos.

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