Ciudad de México, 07 de mayo de 2015. Violencia del crimen organizado, violencia política contra los zapatistas, proyectos extractivos e intolerancia religiosa han expulsado de sus hogares a más de 280 mil mexicano, informó ayer el Centro de Vigilancia de Desplazados Internos de Noruega. La organización señaló que la impunidad de los agentes del Estado participantes en abusos contra la población contribuyen al clima de inseguridad que lleva a las personas a desplazarse.
El Centro de Vigilancia informó que las operaciones militares conjuntas han aumentado violaciones de los derechos humanos, en particular las ejecuciones extrajudiciales, el asesinato selectivo de las mujeres, las desapariciones forzadas, los casos de tortura y las detenciones arbitrarias. La organización noruega resaltó los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa, así como el hallazgo de centenares de cuerpos en fosas clandestinas.
Las cifras indican que entre 2011 y 2014 el desplazamiento interno forzado en México aumentó 7.8%; el número de personas en esta condición pasó de 160 mil a 281 mil 400 en ese periodo. La violencia por conflictos o por el crimen organizado causó el desplazamiento diario de 30 mil personas a lo largo de 2014. Tan solo el año anterior, la violencia criminal -la que expulsa de sus hogares a más gente- desplazó al menos a 9 mil personas en diez estados de la república, incluyendo a 23 eventos “masivos”.
El fenómeno se concentra en los estados de Chiapas, Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Oaxaca, Tamaulipas y Veracruz. Sin embargo, lamenta el Centro de Vigilancia, México no reconoce oficialmente el desplazamiento interno forzado y sus respuestas han sido fragmentadas e insuficientes.
Los datos presentados provienen del informe anual de la organización, presentado ayer en Ginebra. De acuerdo con reportes periodísticos, el jefe adjunto de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, Volker Turk, comentó al respecto que México “refleja lo que queremos decir cuando pedimos a los Estados que atiendan el problema del desplazamiento interno”, pues este fenómeno es “la señal de alerta más temprana de que algo está terriblemente mal en un país y que la gente se ve obligada a huir de la violencia”.
Con información de Sin Embargo
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