Tlapa, Guerrero, 29 de noviembre de 2024. Han pasado 7 años desde el feminicidio de Melani. Una joven de Hermosillo, Sonora. Llena de ilusiones y proyectos de vida. Soñaba ser ingeniera. Estaba en primer año de la carrera cuando conoció a José Luis Martínez, un piloto aviador de la fuerza aérea con grado de teniente. Dejó la escuela para formar una familia. Por un cambio de adscripción de su esposo a la base de Pie de la Cuesta, ambos se mudaron a Acapulco. Establecieron su domicilio en la Colonia el Pedregoso en el condominio Canta Luna donde habitaban varias familias de pilotos militares.
De ser una persona amable y sensible a los cinco meses el esposo se mostró como un ser controlador, violento, narcisista y golpeador. Comenzó a maltratarla verbalmente y a golpearla. En pleno embarazo la golpeó en diferentes partes del cuerpo. Melani incluso requirió ir a la unidad médica militar de Pie de la Cuesta. El médico asentó en una constancia las lesiones de aquella agresión. La joven guardó ese documento y cuando observó que la violencia que vivía se volvía álgida se lo dio en secreto a sus padres. También les contó a varias amigas la violencia que vivía al lado de su pareja. Les dio unas capturas de pantalla en las que José Luis la insultaba. La llama tonta, burra, que no tiene estudios. Le decía que le había arruinado la vida y le profería otros insultos y dichos denigrantes.
La violencia continuó y Melani fue finalmente víctima de feminicidio. Según los datos del expediente, el 28 de noviembre de 2017 por la noche salieron a cenar. El vigilante del condominio los vio entrar a su departamento, alrededor de las nueve de la noche. Más tarde empezaron una discusión en la recámara principal. Las cosas subieron de tono. Esta vez el esposo la tomó del cabello, la proyectó contra la puerta rompiéndola, la tiró al piso, la tomó del cuello, la ahorcó y le rompió el hueso hioide. Melani perdió la vida en ese instante. Con sangre fría el agresor colocó su cuerpo en las escaleras para simular una caída accidental.
Posteriormente Martínez llamó a la Cruz Roja. Le dijo a las autoridades que él estaba durmiendo y que su esposa se paró a preparar la leche para el niño, que él despertó porque el pequeño lloraba y, al buscar a Melani, la encontró en las escaleras sin vida.
Según el testimonio de los padres de la joven, tras los hechos, el esposo también les llamó a ellos. Les dijo que iba a cremar el cuerpo porque esta había sido la última voluntad de su esposa. Los padres lograron evitarlo.
En las investigaciones la tesis de la caída accidental no cuadraban. Era imposible la inexistencia de lesiones graves en una caída de esa altura; el lado izquierdo de su rostro no presentaba ninguna lesión pese a estar dispuesto contra la pared. Los expertos dijeron que la posición del cuerpo de Melani era atípica, pues anteponía la cara en lugar de las extremidades, propio de las caídas súbitas. El cerebro instintivamente ordena mecanismos de defensa y por eso las víctimas anteponen las manos o pies. Esto indicaría que el cuerpo de Melani fue colocado en las escaleras después de perder la vida.
Finalmente se hicieron varios actos de investigación que concluyeron fracturas en el hueso hioide, indicio de un ahorcamiento que se corrobora con los datos de violencia encontrados en su recámara principal.
Pasaron seis años para que se ubicara al responsable. En el proceso se ha observado una actuación facciosa de la autoridad que tramita el caso. En diversas diligencias ha sido parcial y evidencia hostilidad hacia las víctimas y sus abogados, tememos que esta actitud incida en el fallo que se dictará probablemente el día 3 de diciembre, tras diferir la audiencia final en varias ocasiones por motivos diversos.
Melani y su familia merecen justicia.
Tlachinollan, Centro de Derechos Humanos de la Montaña
Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF)
Cecomún. Centro de comunicación popular y acción colectiva
Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas, Todos y Todes” (Red TDT)