El Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal) se pronuncia en contra de la maniobra de la élite política y económica del país con la cual pretenden seguir congelando el salario mínimo. La continuación de esta política es una aberración económica, política y social, y sólo complicará el de por sí difícil escenario que vivimos los mexicanos y, especialmente, las y los trabajadores del campo y la ciudad más empobrecidos. Emprender una política consistente y decidida de recuperación del salario mínimo no sólo es viable y prudente, sino perentorio.
En una maniobra de mancuerna, la Confederación Patronal de la República Mexicana, la cúpula del charrismo sindical y sus principales operadores (los partidos políticos, principalmente el Partido Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional, y los funcionarios de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos) han vuelto a atentar contra el mandato constitucional que establece que el salario mínimo deberá ser “suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”. Es evidente que el aumento anunciado (menos de tres pesos) es una continuación de la política de congelación del salario mínimo que no ha sido modificada independientemente de la fase en la que se encuentre el ciclo económico del país.
Los pretextos –que no argumentos, pues éstos deben ser racionales- son los de siempre: que el salario mínimo se sigue usando como unidad de cuenta para diversas leyes y ordenamientos (situación asegurada por la bancada panista en el Senado), y que se buscó un aumento “que no afecte las variables económicas, la productividad y la generación de empleos”. Estos pretextos se ven contundentemente contradichos por la realidad, empezando porque cualquier aumento (o no aumento) del salario mínimo afecta las variables económicas, pero esta vez para empeorarlas, pues se prevé que el escenario para el próximo año se caracterizará por la incertidumbre en el tipo de cambio, el bajo precio del barril de petróleo, la persistente inseguridad y violencia, y una grave crisis de legitimidad del sistema político.
No sólo: Freeman (1995) ha demostrado que existe una clara liga entre el rápido deterioro de los bajos salarios y un incremento en la actividad criminal entre la población sin acceso a servicios e instituciones públicas.[1] Pretender continuar con la política de deterioro salarial sólo reforzará a las actividades criminales como las únicas opciones que muchos (as) tienen para sobrevivir, lo cual es, a todas luces, irresponsable.
CEREAL llama a la élite política y económica del país a actuar de forma responsable y a desistirse. En las condiciones actuales, una política activa de recuperación del salario mínimo es prudente, viable y perentoria.
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[1] Freeman, Richard (1995), “The labor market”, Crime, pp. 17-92
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