Venezuela, en la encrucijada de América Latina
Por Raúl Ramírez Baena*
Con los últimos acontecimientos en la República Bolivariana de Venezuela, la amenaza de un Golpe de Estado perpetrada desde Washington para derrocar al Presidente Nicolás Maduro para imponer a un personaje surgido de la nada, aliado del capital, de las trasnacionales petroleras y de Donald Trump, como es Juan Guaidó, las generaciones que vivimos los años 60 y 70 del Siglo XX nos remitimos a la infalible memoria histórica.
La fuerte influencia de la Revolución Cubana de 1959 revivió en toda América Latina las tesis del socialismo científico emanada de los clásicos del socialismo (Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mao), de la llamada “lucha de clases”, para, mediante la teoría y la praxis, lograr la emancipación de la clase trabajadora por sobre el Capital, fuente de toda corrupción. De ahí surgieron en México múltiples grupos y corrientes que lideraron importantes luchas sociales, como las de los médicos, petroleros, maestros, ferrocarrileros, campesinos, colonos, estudiantes y otros.
Había entonces una juventud viva, culta, informada y activa que se organizaba en las secundarias, preparatorias y universidades para formar “comités de lucha”, para acudir a mítines, marchas, a las fábricas, a colonias populares y al campo, a organizar al “proletariado” para su emancipación. Algo no visto hoy.
Una de las luchas sociales más importantes que se libraron en los años 60, 70 y 80 fueron contra el “imperialismo yanqui”, responsable de la frustrada invasión de Bahía de Cochinos en Cuba y del ilegal bloqueo económico y mercantil a la Isla, hasta hoy, bastión de la emancipación e inspiración de los pueblos de América Latina.
Memorables fueron las jornadas de lucha de los estudiantes mexicanos y de la amarga experiencia del 68 mexicano.
El movimiento de solidaridad repudió la invasión de Checoslovaquia por la URSS en 1968 y apoyó la liberación del pueblo Palestino frente a Israel, y al Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, que en 1979 derrocó a la dictadura de Somoza.
Luego, el inicio de la lucha por los derechos humanos en México, liderada por Rosario Ibarra de Piedra, al demandar por primera vez la presentación de los presos, perseguidos y desaparecidos políticos en México.
Vivos están en la memoria latinoamericana los cruentos Golpes de Estado y dictaduras militares de los años 60 y 70 en Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Panamá, planeados y organizados desde el Pentágono y el Departamento de Estado, responsables de aberrantes crímenes de lesa humanidad: tortura, desaparición forzada de personas y ejecuciones extrajudiciales.
En el S. XXI continuaron las asonadas en América Latina, el “patio trasero” de los EUA, bastión del Comando Sur, pero ahora con una nueva modalidad: los Golpes Blandos o Parlamentarios, como el frustrado golpe de 2002 contra Hugo Chávez en Venezuela y contra los gobiernos progresistas de Manuel Zelaya en Honduras, de Lugo en Paraguay y de Dilma Rousseff en Brasil, pasando por Lula Da Silva, encarcelado hoy injustamente para impedir que ganara la presidencia de Brasil a Jair Bolsonaro, representante de las oligarquías local y trasnacional.
Un rol importante en estos procesos golpistas han sido los medios de comunicación globales, como Televisa, útiles para manipular la consciencia social. Como antecedente histórico, el Presidente de los EUA, Woodrow Wilson, desplegó toda una estrategia de comunicación para convencer a la sociedad norteamericana para involucrar al país en la Primera Guerra Mundial, convenciendo a una población pacífica a participar en una histérica y belicista aventura para ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán y “salvar” así a la humanidad y al mundo. Estrategia que cumplió puntualmente sus objetivos.
Posteriormente, esta estrategia inspiró al senador MacCarthy en los años 50 y 60 de la Guerra Fría, en el contexto del espionaje entre los EUA y la URSS, en que se acusaba a cualquier gobierno de perseguir a los oponentes políticos o de no respetar los derechos civiles en nombre de la Seguridad Nacional… de los Estados Unidos, mediante una cacería de supuestos “comunistas” en el Continente.
Ahora, se ha desatado una campaña internacional bajo el pretexto de defender la “democracia” y los “derechos humanos” en Venezuela, de una “crisis humanitaria” mediática y de que Maduro es un “dictador”, calificativos que se escuchan fuertes a los oídos de una opinión pública cada vez menos manipulable. Igual que las campañas contra Irak, Libia y Siria que han terminado en tragedias humanitarias.
Vivimos hoy, en el caso Venezuela, una reedición de la política golpista y del Maracrtismo mediático de los años 50 y 60, construyendo “dictadores” al gusto de Washington.
En la coyuntura actual no se trata de defender a Nicolás Maduro, a un régimen o una ideología, sino a los principios del Derecho Internacional, a la Carta de las Naciones Unidas y a la Carta Democrática de la OEA, hoy denostada por su Secretario General, Luis Almagro, “Ministro de las Colonias” de los Estados Unidos, por su proclive parcialidad en favor de los intereses estratégicos-energéticos del poderoso país de norte.
Congruentes con la Doctrina Estrada, defendemos los principios de no intervención en los asuntos internos de las naciones y en la libre autodeterminación de los pueblos.
Coincidimos con el Presidente de Bolivia, Evo Morales, quien advirtió que la campaña de EUA contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela pone en riesgo la paz en toda la región latinoamericana. ¿Quién sigue?
*Director de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste